Este es el texto:
Ocho años separan a la Bebe de Malo de la Bebe de Kiéreme. Aquella joven cantante extremeña que se dio a conocer retratando el lado más canalla del macho ibérico ahora proclama a los cuatro vientos su particular romanticismo en un nuevo disco cargado de buenas letras y una producción de alto nivel. Más sexy, más optimista y muy a gusto fue como la vimos en la Sala París 15 durante el segundo concierto de la gira Un pokito de rocanroll.
“Soy una montaña rusa que sube, que baja”, cantaba Bebe abriendo la noche y confirmando al público malagueño que es una artista en cambio permanente. A sus 34 años, la María Nieves es mamá de Candela, y esto de la maternidad le ha dado, al parecer, más dulzura, pero sin perder su identidad agria. En los primeros minutos del concierto agradeció las rosas regaladas por una fan, y dijo que el calor de los tres centenares de asistentes (entre los cuales había un numeroso grupo de seguidores acérrimo) era recíproco. Así comenzaba una noche en la que Bebe y su banda se entregaron en cuerpo y alma a una actuación en la que el diálogo con el variopinto público, en el que había desde señoras mayores a jovencitos con pulseritas de España, fue constante.
En medio de los cuatro chicos de su banda, Bebe destilaba sus éxitos y sus nuevas composiciones como Kiéreme, un indiscutible hit que a mí, particularmente, me ha enganchado (llevo días con el sampler en la cabeza). En él se aprecia de manera nítida la producción de Renaud Letang, el “alquimista” francés responsable de algunos de los éxitos de Vampire Weekend y Manu Chao, entre otros. Guiada por Letang, Bebe estuvo viviendo y grabando durante tres meses en la capital del amor. Y suponemos que por lo menos el “ménage à trois” está más que aprendido… ¡musicalmente! Entre el guitarra y el bajo, Bebe cierra el trío perfecto y ofrece al público momentos de pura seducción en Pa una isla, canción del disco Y. Ni Madonna en Like a Virgin se sintió tan cómoda en el suelo de un escenario.
Pero la Bebe “paz y amor” no olvida sus orígenes y no se muerde la lengua, así que saca un pitillo para dejar claro su defensa de los fumadores. “¿Es que ya nadie tiene tabaco? No voy a consentir que peguen a nadie en mi concierto”, avisaba a la producción de la casa, que se encargaba de apagar los posibles focos de la protesta.
Atrevida, indignada, cariñosa. Bebe es ante todo una artista que propaga el amor. “¡Besaros, hostias!”, gritaba al ver en el público a una pareja entregada a Cupido. Y la cara se le iluminaba. Parecía satisfecha de haber estado allí durante dos horas compartiendo amor y música. “Que tiemble la tierra, pero que nosotros sintamos cosas”. Es que Bebe es puro sentimiento. -Raissa Modesto
Fuente :modernicolas.com
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