En su momento, en aquella primera etapa de éxito fulgurante del que tuvo que huir para sobrevivir, Nieves Rebolledo en el registro civil de Valencia, Bebe para los demás, no pasó por aquí. Hubo un intento para el Festival del Zaidín pero la alquilaban por millones, así que ha habido que esperar más de un lustro para que la autora de 'Malo' se dejara ver por Granada. Algo perceptible también en el millar de personas que contra lluvia y frío se fueron a La Copera para escucharla, y que se distanciaban en esos años de la media adolescente habitual de los conciertos de moda.
Ella tampoco lo está, y de la cantante dubitativa que se convirtió en un multitudinario estandarte de causas varias ha salido una fresca mariposa tan colorista como intimista, que mira para adentro más que al entorno, y el que quiera compartir lo suyo que lo haga pero de uno/a en uno/a. Así, en su concierto faltaron las canciones himno de su primer disco, y sí estuvo mucho, casi todo el segundo, en el que ese giro interiorista ha marcado una letras por momentos hasta ruborosamente confesionales.
Vestida con una traje bolsa de rayas, corto y botas de country fino, Bebe en el escenario no deja de trotar por todo el tablero como si estuviera limitada por su borde; no abusa de la extroversión pero se la nota libre, por encima de todo y todos para hacer lo que le plazca, a su manera; aunque a este público que comía en su mano un poquito más de comunicación inmediata le hubiera hecho hervir algo más la sangre. Pero no tocaba.
Contacto emocional
Ni como guitarrista ni como cantante Bebe es una superdotada, pero sí en el contacto emocional, donde roza la temeridad por lo que canta o dice, es pícara, sensual hasta directamente sexual, completamente desinhibida, con movimientos gatunos y una sonrisa de las que iluminan una avenida tanto como el diente de Pedro Navajas.
Musicalmente se apoya hasta subirse encima (figuradamente o no) del multiinstrumentista Pablo Novoa, artífice y mano derecha de gente como Josele o Mastreta desde aquel mítico grupo Golpes Bajos donde se inició en Vigo. Novoa lo hace todo, guitarras surtidas, teclados y siempre repartiendo elegancia y sabe estar a paladas.
Enfilando ya la despedida de un concierto no demasiado largo sorprendió con una canción, «que ya es de todos», como dijo, y que es su contribución al colectivo de homenaje a Carlos Berlanga, un 'A quién le importa' medio relatado en plan Paco Valladares, que teniendo en cuenta su perfil y su trayectoria vital, adquiere un nuevo y tan cierto sentido como el original. Ella es ella y punto.
Fuente:ideal.es/Granada
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