Impredecible Bebe en la Joy Eslava
Bebe apareció anoche en el escenario de la abarrotada Joy Eslava con look más discreto que en el muy polémico mini concierto en El Sol de hace tres meses. Había cambiado esas exageradas plataformas fluorescentes por unas elegantes botitas de tacón, y lucía una camiseta a rayas y unos vaquerillos cortos y ajustados que le sentaban francamente bien. Aunque hubo algunos desfases verbales, suavizó mucho su vocabulario, por si acaso, y no se le ocurrió, por si un listo pretendía jugársela nuevamente con un iPhone, pronunciar esas palabras nefastas de la otra vez: “Sois unos hijos de puta”. No obvió toda aquella polémica, pues casi al final, se despidió diciendo: “Esta canción para terminar por todos los que se dan por ofendidos por lo de hijos de puta…” y empezó a cantar “Qué carajo me estás diciendo, qué carajo que no te comprendo”, uno de los temas-grito de su último disco.
“Pero este tío es gilipollas, ¿cómo puedes escribir algo así?, ¿es que no viste el vídeo?”, estarán pensando muchos lectores que leen esta crónica ahora mismo. Lo sé porque entonces ya escribí lo que pensaba y no solo llegaron insultos graves por parte de ’trolls’ y otra gente que circula por Internet saboreando linchamientos, sino quejas educadas por parte de lectores e, incluso, se dio el hecho de que mis propios ¡amigos íntimos! dijeran: “Curro, no te creo”. Puff… ya sé que nos llamó hijos de puta en nuestra propia cara, maldita sea. Pero también sé que yo estuve en El Sol aquella noche, y por eso vi una hora y media y no un minuto, y por eso sé que aquello se desmadró, se descontextualizó y fue injusto. Bebe tendrá mil defectos y será borde muchas veces y quizás no debió decir algunas cosas que dijo, pero los periodistas e invitados no nos sentimos atacados ni agredidos aquella noche por ella. Cuando un artista se enfada en una rueda de prensa, la tensión la nota hasta el que pasa las bandejas de canapés (pregunten si no al reportero del corazón que le formuló una pregunta a Miguel Bosé en su última rueda de prensa), y no fue el caso, de verdad. Como no es posible convencer de lo que no se puede convencer, volvamos al concierto de anoche en la Joy Eslava
Decíamos que Bebe prefirió anoche primar su poderosa seducción sobre su chabacanería y cambió algunos de sus exabruptos verbales (evitó el “hijos de puta” pero también el repetido “que os follen bien”) por un concierto con recado amoroso, por así decirlo: “no deis importancia a las cosas que no la tienen”, “cuidaos, cuidaos, cuidaos”, “viva la gente que me revuelve el corazón sólo por mirarme y por tocarme”, “sed felices con pocas cosas”. También sexual, pues, por supuesto, hubo espacio para algunas transgresiones, como cuando dos hombres le ponían el micrófono y ella decía “qué bien que me toquen dos chulos”, o como ese momento en el que dice que ha venido a la Joy con muchas ganas de morrear a alguien. Los hombres heterosexuales estaban que les iba a dar algo, pero el premio se lo llevó una mujer. Porque lo hizo, vaya si lo hizo. Besó a una chica del público. Cuando digo besó quiero decir que se agachó y cogió a Mar, que estaba en primera fila y que le había arrojado al escenario su pañuelo, y le dio un morreo mejor dado todavía que el que le dio a su músico mano derecha, Pablo Novoa. “Yo creo que ha notado que me gusta desde hace muchos años”, decía Mar, emocionada, después de vivir el subidón mágico. Entonces Bebe ya cantaba ‘¿Qué importa que ahora entre o salga Lo que me importa es el instante, en que tus ojos se chocaron"
“Pero este tío es gilipollas, ¿cómo puedes escribir algo así?, ¿es que no viste el vídeo?”, estarán pensando muchos lectores que leen esta crónica ahora mismo. Lo sé porque entonces ya escribí lo que pensaba y no solo llegaron insultos graves por parte de ’trolls’ y otra gente que circula por Internet saboreando linchamientos, sino quejas educadas por parte de lectores e, incluso, se dio el hecho de que mis propios ¡amigos íntimos! dijeran: “Curro, no te creo”. Puff… ya sé que nos llamó hijos de puta en nuestra propia cara, maldita sea. Pero también sé que yo estuve en El Sol aquella noche, y por eso vi una hora y media y no un minuto, y por eso sé que aquello se desmadró, se descontextualizó y fue injusto. Bebe tendrá mil defectos y será borde muchas veces y quizás no debió decir algunas cosas que dijo, pero los periodistas e invitados no nos sentimos atacados ni agredidos aquella noche por ella. Cuando un artista se enfada en una rueda de prensa, la tensión la nota hasta el que pasa las bandejas de canapés (pregunten si no al reportero del corazón que le formuló una pregunta a Miguel Bosé en su última rueda de prensa), y no fue el caso, de verdad. Como no es posible convencer de lo que no se puede convencer, volvamos al concierto de anoche en la Joy Eslava
Decíamos que Bebe prefirió anoche primar su poderosa seducción sobre su chabacanería y cambió algunos de sus exabruptos verbales (evitó el “hijos de puta” pero también el repetido “que os follen bien”) por un concierto con recado amoroso, por así decirlo: “no deis importancia a las cosas que no la tienen”, “cuidaos, cuidaos, cuidaos”, “viva la gente que me revuelve el corazón sólo por mirarme y por tocarme”, “sed felices con pocas cosas”. También sexual, pues, por supuesto, hubo espacio para algunas transgresiones, como cuando dos hombres le ponían el micrófono y ella decía “qué bien que me toquen dos chulos”, o como ese momento en el que dice que ha venido a la Joy con muchas ganas de morrear a alguien. Los hombres heterosexuales estaban que les iba a dar algo, pero el premio se lo llevó una mujer. Porque lo hizo, vaya si lo hizo. Besó a una chica del público. Cuando digo besó quiero decir que se agachó y cogió a Mar, que estaba en primera fila y que le había arrojado al escenario su pañuelo, y le dio un morreo mejor dado todavía que el que le dio a su músico mano derecha, Pablo Novoa. “Yo creo que ha notado que me gusta desde hace muchos años”, decía Mar, emocionada, después de vivir el subidón mágico. Entonces Bebe ya cantaba ‘¿Qué importa que ahora entre o salga Lo que me importa es el instante, en que tus ojos se chocaron"
En el concierto de ayer hubo fans que echaron de menos algunos de sus temazos históricos, como Pa fuera telarañas, que probablemente hubiera hecho volar a la Joy entera. Pero a cambio la extremeña premió a los nostálgicos con otras canciones del primer disco, como Revolvió, que es lenta e indiscutiblemente bonita, y el público, efectivamente, se revolvió intensamente. Bebe hizo que la gente se volviera loca cuando cantó ‘Con las manos’, superéxito de su segundo disco, y logró hacer sentir muchas cosas a sus fans cuando empezó a cantar ‘Me fui para echarte de menos, me fui para estar sola’, de su segundo disco, o ‘Sabrás’, maravilloso tema del nuevo que sirve de puente con sus orígenes
Entonces Bebe se emocionó hasta las lágrimas, y parecía muy, muy feliz. Eso fue muy bonito, pues además contrarrestaba mágicamente la emoción, de pronto, con la rabia más furiosa que a veces logran sacar los animalillos apaleados. Una montaña rusa, ya saben.
También hubo momentos para cantar... desde el suelo
No tan cerca de sus orígenes están los temas gritones del disco, como K.I.E.R.E.M.E, una canción que ella introduce en el concierto como un encendido alegato del amor (“si no nos quieren estamos jodidos, jodidos, jodidos”) pero que según algunos se aleja tristemente de este concepto. Una canción que, por otro lado, ha hecho que su batallón de detractores la acusen ridículamente de plagiar a M.I.A. Otra canción muy gritona le sirvió a Bebe para soltar su propio alegato del tabaquismo. No se atrevió a fumar, como suele, pues sabe que le puede caer una sanción económica considerable, pero sí dijo, después de bromear con cigarrillos falsos, “jodido teatro de mierda” o “me fumaría un paquete entero”. Y cantó “Yo fumo”, esa canción incomprensible y dañina.
También fue bonito cuando Bebe regresó para los bises y cantó su versión de ‘A quién le importa’, que los fans de Carlos Berlanga ya encontraron en el disco homenaje que editó El Volcán el año pasado-
También hubo momentos para cantar... desde el suelo
No tan cerca de sus orígenes están los temas gritones del disco, como K.I.E.R.E.M.E, una canción que ella introduce en el concierto como un encendido alegato del amor (“si no nos quieren estamos jodidos, jodidos, jodidos”) pero que según algunos se aleja tristemente de este concepto. Una canción que, por otro lado, ha hecho que su batallón de detractores la acusen ridículamente de plagiar a M.I.A. Otra canción muy gritona le sirvió a Bebe para soltar su propio alegato del tabaquismo. No se atrevió a fumar, como suele, pues sabe que le puede caer una sanción económica considerable, pero sí dijo, después de bromear con cigarrillos falsos, “jodido teatro de mierda” o “me fumaría un paquete entero”. Y cantó “Yo fumo”, esa canción incomprensible y dañina.
También fue bonito cuando Bebe regresó para los bises y cantó su versión de ‘A quién le importa’, que los fans de Carlos Berlanga ya encontraron en el disco homenaje que editó El Volcán el año pasado-
El momento espontáneo de la noche, aparte de los mencionados besos en la boca, se produjo cuando soltó su ron cola y se lo dio, precisamente, al chico que más bailaba del concierto. Se llama Carlos, tendrá qué sé yo, 22 años, y… ¡cuánto bailaba! Les aseguro que todo su cuerpo vibró entero naturalmente desde el principio hasta el final del concierto, un final que acabó con Bebe y sus músicos y la pista entera bailando el ‘Bamboleo’ de los Gipsy King, que sonó a modo de última sorpresa.
Esther y su amigo Carlos, que fue la persona que más bailó en el concierto. Bebe lo premió con su ron cola. “No seas malo, ¿eh? A ver qué escribes?, advertían dos chicas presentes, Sandra y Bea, que siguen a la cantante desde sus comienzos porque “como ella no hay dos.
Esther y su amigo Carlos, que fue la persona que más bailó en el concierto. Bebe lo premió con su ron cola. “No seas malo, ¿eh? A ver qué escribes?, advertían dos chicas presentes, Sandra y Bea, que siguen a la cantante desde sus comienzos porque “como ella no hay dos.
Es más que su música: es todo, es el concepto”. Ni malo ni bueno: simplemente, trato de escribir lo que veo.
Fuente: Vanity Fair. 2 de marzo de 2012. Crónica de Curro Cañete.
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