Bebe: «Llorar es mi terapia favorita»

Profesión: cantante. Nació: en 1978 en Valencia, pero se crió en Extremadura.
Por qué está aquí: ha comenzado su gira con un concierto en Madrid.

-Antes que nada, ¿usted qué bebe, Bebe?
-Agua fresquita casi siempre. Y cerveza.

-Ha vendido 115.000 copias de su último disco, «Bebe Y.». ¿Eso le ha dado para...?
-Para tener un embarazo tranquilo y un parto sin inquietudes por el precio de los pañales.

-Me imagino que como Nieves Rebolledo no hubiera vendido tanto...
-¡No sé por qué los periodistas tienen que sacar a relucir siempre mi viejo nombre! ¡Yo me llamo Bebe y nada más!

-Perdón. Cantaba aquello de «malo, malo, malo eres, no se daña a quien se quiere...». A veces sí se hace daño a quien se quiere.
-Sí, lo sé. La canción iba por los maltratadores y toda esa gente.

-Del amor al odio, dicen, no hay más que un paso...
-También lo sé. He estado a punto más de una vez de dar ese paso.

-Ahora canta «No más llorá». ¿No llora ya más por ...?
-Por lo que no merece la pena. Lloro al ver amanecer, al contemplar la cara de mi hija, al escuchar algunas músicas...

-O sea, que se tira llorando todo el día...
-Soy muy llorona, llorar es mi terapia favorita. Me desahogo y me quedo como nueva.

-Canta «Me fui». ¿De qué tiene ganas de irse?
-Ya me fui de casi todo, de lugares y situaciones.

-«Sin sentido». ¿Qué no tiene sentido para usted?
-La política. Lo que hacen, lo que dicen. Ojalá tuviera sentido todo eso.

-«Qué me importa». ¿Qué no le importa nada?
-El futuro. No es previsible, no sé si mañana estaré aquí.

-Canta «La bicha». ¿No es supersticiosa?
-No. Mi número es el trece y me encanta ver gatos negros.

-«Pedrigree». ¿Le gustaría ser aristócrata?
-No, ni baronesa, ni condesa, ni marquesa, ni duquesa. Vengo de buena sangre, pero no es azul. Vengo de gente currante.

-«Silla eléctrica». ¿Quién se la merece?
-Por ejemplo, los que provocan guerras para obtener beneficios, los que matan sin aparecer nunca como asesinos.

-«Sin palabras». ¿Qué le deja sin palabras?
-Un buen beso a tornillo de alguien que me sedujera. Me gusta jugar a la seducción, que me seduzcan.

-«En este mundo, las mujeres lo pasan mejor que los hombres: se les prohíben más cosas» (Oscar Wilde).
Fuente:larazon.es