lunes, 12 de julio de 2010

BEBE ES EXTREMA Y DURA


Como previo al concierto de Bebe actuaron Shinoflow, un grupo joven que basa su fuerza en sus dos voces con un personal estilo de hip-hop. Potencia en la batería y buen hacer del guitarra que completan el grupo. Fueron veinte minutos de aperitivo antes de que las luces se apagaran a las 22:17 sobre el escenario y de entre lo oscuro apareciera Bebe. Vestía un mono azul con parches negros, como coderas geométricas repartidas por el cuerpo. Los pendientes y las uñas pintadas de un color fucsia fosforescente. Su estilo vistiendo recordaba a las años 80, a que el tiempo había retrocedido. Su música no, al contrario, se va situando a la vanguardia de una nueva música que está evolucionado desde lo experimental.

Comenzó Con mis manos, un tema de su primer disco Pafuera telarañas. Salió un tanto retraída, como si tuviera que tomar el pulso a un escenario de nuevo. Parecía demasiado grande para ella. Lleva una banda muy completa para conseguir un sonido fuerte y potente. Dos guitarras, un bajo, un batería, otro percusionista y el encargado de los platos de scratch y ordenador, pero todos ellos dejan un semicírculo inmenso para darle a ella libertad. Las dudas duraron poco, el calor de su público le llegó pronto para cargarla de energía y el escenario se encogió porque ella fue creciendo.

Me fui y Busco-Me inauguraron la lista de los temas de su segundo disco Y . que iría repasando durante la noche. El público, que se sabía las letras completas, las coreaba demostrando que este concierto iba a ser de entrega.

No sé a quien se le ha ocurrido, pero últimamente se ha puesto de moda en los conciertos colocar focos giratorios detrás de los artistas que apunten al público, es molesto porque deslumbra y muchas veces obliga a desviar la vista del escenario, y su aporte estético es más que discutible. Anoche ocurrió, especialmente con las primeras canciones.

Regresó a su primer disco, del que anoche tocaron pocas canciones. El golpe y Ska de la Tierra que empezó entonando para que el público cantara las primeras estrofas. Tal vez no esperaba este arranque, cogió fuerza y creció un poco más comiéndose otra porción de escenario. Un columpio al centro y al fondo como atrezzo, un ventilador de frente para moverle suavemente el pelo y para refrescarla del calor bochornoso de la noche.

Para Sin sentido tomó su guitarra, sobre la que había pegado una fotografía, para cambiar de estilo, para sentir en sus manos el peso del concierto que ya tenía encerrado en el bolsillo. La terminó entre aplausos. La banda la dejó sola para comenzar Sin palabrasque arrancó con su voz y su guitarra. Después, cuando sube la intensidad retornan dos de sus músicos: Javi Rojas al bajo y Pablo Novoa a la guitarra. Siguen los tres, pero al crecer el ritmo se incorporan la otra guitarra, la de «El Cata», y la percusión de Guillermo Domercq. Para el final de la canción ya están todos con Juni Martín a la batería y Omar trasteando con los platos.

Si algo destaca en Bebe es la comunicación tan especial que establece con su público. Está pendiente de ellos, muy cercana. Su voz cálida, su timbre poderoso les envuelve y cuando necesitan agua también se ocupa de ellos y les lanza un par de botellas. Es el momento de No+llorar y de nuevo se calla para escuchar el coro de voces que ha vuelto a surgir espontáneamente. Ahora, que se acerca la mitad del concierto, aparece Carlos Jean con una guitarra y juntos tocan Se fue, un tema en el que la música y su melodía están especialmente cuidados. Cuando se va, la escenografía cambia; surgen dos sillas verdes infantiles sobre las que se sientan el bajo y el guitarra. Bebe se tira por el suelo, quiere dar rienda suelta a sus instintos porque la vida no para nunca y siempre hay tiempo para los deseos, el momento de Pa una isla. Comienzan los mejores momentos, los de una Bebe desbordada: La bicha es sin duda el tema más aplaudido y coreado, el instinto de lo festivo explotando. Sensualidad y sexualidad unidas con picardía. Es el turno después de la emblemática Qué mimporta donde ella misma se describe como una mujer extrema y dura.

on sus letras las de una mujer de su tiempo, sin pelos en la lengua, que vive en igualdad de condiciones y que toma de la vida lo que necesita, sin suplicar, ni pedir, porque sabe que le corresponde. Coge del árbol la fruta y entrega su alma en las historias de sus letras. No sé si hay un sentimiento de identificación en su público femenino, pero sí que las letras les llegan, que cuentan un recuerdo que también vivieron, un instante que han soñado. Es su causa la de la feminidad que se abre paso en un mundo manchado por lo masculino.

Siete horas levanta al público de sus asientos y Escuece cierra el concierto. Los bises arrancan con el regreso de las dos sillas verdes para sus dos inseparables y ella abanicándose, subiéndose al columpio y descolgándose por el suelo por puro instinto. Suena Uh, uh, uh, uh, uh. Vuelve su guitarra a las manos para llenarse de coraje y de sabor con Como los olivos. Al terminar da las gracias porque "nos habéis emocionado un montón". Cierra con Pa mi casa y se despide con un "chao pescao" cargado de complicidad. Son las 23:50 y por más que el público insiste en que vuelva al escenario, Bebe ya no aparece. Son los técnicos los que entran para ir desmontándolo todo.

Bebe (voz y guitarra)
Pablo Novoa (guitarra)
Javi Rojas (bajo)
"El Cata" (guitarra)
Guillermo Domercq (percusión)
Juni Martín (batería)
Omar (platos y ordenador)


Fuente:larepublicacultural.es

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