sábado, 18 de julio de 2009

En Shangay

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¿Qué le pasó a Bebe?

Hace cinco años desapareció del mapa porque estaba, sencillamente, harta de sí misma. El éxito de Pafuera telarañas la expuso mucho más de lo que ella fue capaz de pronosticar y, aturdida, decidió retirarse una larga temporada para tomarse su nuevo disco con calma. El resultado de ese descanso voluntario es Y., álbum de rotundo nombre con el que nos deja caer a qué se ha dedicado Bebe mientras se escondía del mundo.

Entrevista Pablo Giraldo
Foto Miguel A. Fernández




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A la cuestión sobre qué ha estado haciendo todo este tiempo alejada del mundanal ruido, Bebe responde de manera enigmática: “Otras cosas...”, dice. La pregunta no debería extrañarle demasiado cuando, hace cinco años, la actriz y cantante copaba la radiofórmula, la cartelera de cine, la programación de cualquier festival veraniego que se preciara, las nominaciones a los premios musicales más relevantes y, en general, todos los saraos con un mínimo de poder mediático.



Una vez que se le deja tiempo para pensarse la respuesta aclara: “Pues de mayo de 2007 a 2008 me dediqué a campear, y de 2008 a 2009, a currar. Sí, ahora ya estoy por fin con el disco, pero he estado un tiempo parada, tranquila, viajando un poco. Me apetecía estar por ahí con mi furgo”.



A Bebe le llegó a superar su propio fenómeno, ese que en 2004 colocó su disco Pafuera telarañas en lo más alto de la lista de ventas durante semanas y que todo el mundo tuvo que escuchar sí o sí. “Estaba hasta los huevos, muy cansada de tanto exceso, del curro y del tiempo de exposición. Lo que necesitaba era estar solita”. Motivos para decir ‘basta’ y tomarse unas vacaciones de sí misma le sobraban, aunque no hubiera un detonante claro.



“¡No hubo un detonante, porque fue todo! Llegó un momento en el que dije ‘hasta aquí hemos llegado’. Mi cuerpo me lo estaba pidiendo, no podía más. Así que me aparté y puse tierra de por medio”. Desencantada con todo el circo que se había montado, se dedicó a sus viajes, el reposo y la familia, pensándose las cosas dos veces antes de volver a poner un pie en un estudio, ya fuera el de una casa de discos o un plató.



“Si no lo llego a hacer, a ver cómo coño me ordenaba yo con todo lo que estaba pasando, el exceso de popularidad y la cantidad de trabajo que tuve que aprender a llevar”, dice la extremeña, ahora ya con 31 años y las expectativas rebajadas. “No las tengo, ahora solo quiero hacer las cosas con tranquilidad; por eso para mí este nuevo disco es como empezar de cero. Vengo renovadita y concienciada, más preparada mentalmente para todo lo que me espera: entrevistas, promo, etcétera. Antes no sabía a qué me enfrentaba”. Bebe está lista para volver a la palestra.


A su ausencia le acompañó además el rumor de unas supuestas declaraciones en las que la actriz y cantante afirmaba que no volvería jamás a sacar un disco. “Yo eso no lo he dicho en la vida. Es una de las mil cosas que me han atribuido, como otras tantas... ¡Si por pura lógica tenía que sacarlo! Que para algo tengo un contrato”, desmiente con cierto resquemor, de vuelta de todo y consciente de que, de un tiempo a esta parte, se ha convertido en tendencia criticar su figura.



“Ah bueno, eso está claro. Cuando eres alguien que está expuesto a los demás, a la gente le gusta jugar a los dardos contigo. Pasa cuando a las personas no les das lo que ellos quieren... Pero que hagan lo que quieran. Yo ni puedo darles a todos lo que buscan, ni todo el mundo puede dármelo a mí”.



Mientras algunos veían en ella a una cantante comprometida, otros muchos la criticaban por sonar puramente mainstream y jugar al mismo tiempo con la imagen de artista contrasistema. “¿Y qué? ¿Pero es que yo he dicho alguna vez que quiera tener una carrera de artista alternativa? Ya me da igual quién y dónde se escuchan mis canciones. El que quiera que las reciba como mejor le vengan, y el que no, pues no”, declara Bebe rotunda, con ese tono chulesco que siempre ha perseguido su imagen y que adorna sus declaraciones. Temas como los manidos Malo o Ella se convirtieron enseguida en canciones bandera de determinados colectivos cuando, en realidad, la dimensión que adquirieron nunca llegó a interesar demasiado a la cantante, encumbrada como un estandarte perroflauta y feminista.



“Feminista no, yo diría femenino”, matiza. “Y eso sí que es maravilloso. Pero yo no reivindicaba nada; simplemente escribía lo que pensaba y luego, al estar expuesta, eran los medios los que me tildaban de activista. Yo nunca me planteo la escritura de mis temas así, pero está visto que la gente cree que sí, porque me paraban por la calle y me preguntaban ‘¿Qué próximas canciones protesta vas a escribir, Bebe?’. Yo alucinaba, y respondía ‘¿Pero es que yo hago canción protesta?’. Hombre, mi madre decía que era muy protestona, pero de ahí a esto...”, y se lo toma con humor.



“Canto lo que pienso. Luego cada uno puede agenciárselo como reivindicaciones, pero si reivindico algo es la necesidad de soledad, privacidad e intimidad de cada uno, de búsqueda interior y de aprender a escucharse a uno mismo para conocerse. Busco la reflexión y la necesidad de estar con uno mismo sin pudor ninguno. En ese sentido, el disco es muy hacia dentro”.



Fue en esa época de esparcimiento y de búsqueda interior cuando se comenzó a gestar este Y. (léase Y punto), un álbum en el que confluyen estilos variados, que rompe con la línea de su disco debut y que el oyente encontrará plagado de referencias que inevitablemente remiten a su periodo de reflexión, aunque Bebe se canse de explicar que no se trata en ningún caso de una declaración de intenciones.



Ella no siente, en absoluto, una necesidad de explicar a sus fans qué es lo que ha estado haciendo ni por qué. “Son solo mis pensamientos. Yo el disco lo concibo como un todo, con un principio, un final y un orden que demuestran mi estado anímico. Al haber estado tranquila y reflexionando, esas cosas siempre salen y quedan reflejadas en tu trabajo. Es lógico, primero sales del agujero, luego empiezas a ver la luz poco a poco y, una vez que ya estás fuera, te arremangas y dices: ‘Vamos a pasárnoslo bien’. Escribo lo que me apetece y ya está, no es ninguna explicación. Las canciones son ocurrencias que tengo y a las que les voy dando la forma que quiero, ficticia o no. Ni tiene por qué ser real ni tampoco ir enfocado a alguien en concreto”.



Para poner música a este compendio de nuevos pensamientos ha vuelto a contar con Carlos Jean en la producción, con quien afianza la relación que iniciara en su primer trabajo para afrontar mejor la temida prueba del segundo disco. “El trabajo ha sido maravilloso. En el primer álbum nos conocíamos menos y yo me dejaba guiar. En este ya estábamos más unidos, nos hemos conocido aún más y veníamos con las ideas claras de lo que queríamos hacer. Sé que la gente lo va a juzgar como un segundo disco, pero a mí me da igual, para mí es como si hubiera sacado por primera vez un trabajo discográfico, aunque con más conocimiento de causa. Es la segunda cosa que hago, por lo que de alguna forma me reafirmo, procuro no cometer los errores que cometí antes y sí verter todas las cosas nuevas que he aprendido. Se trata de un camino que voy andando”.



En la tónica de tomarse las cosas con mucha más tranquilidad, ahora le toca a Bebe centrarse en su retorno musical y defender su nuevo disco con calma. De ahí se desprende que haya aparcado momentáneamente el cine y que se hubiera retrasado además la salida de este Y.



“Esto no es matemático, las cosas hasta que no están bien hechas no salen. Además, sé que el mercado de la música está cambiando, pero no me preocupa. ¿Y proyectos en cine? Pues ninguno, ni me los han ofrecido. Tengo que estar en lo que estoy, que el disco requiere mucha energía. Ahora mismo no podría hacerlo, aunque si me propusieran algo bonito haría todo lo posible por compaginarlo”.



En esa misma línea se plantea el tour presentación del disco, muy a pequeña escala. “A partir de septiembre empezaremos una gira pequeñita por teatros, con poquita cosa, pero primero vamos a ver cómo funciona el álbum, que ha quedado muy bonito. Me apetece trabajar los conciertos, quiero que suenen lo más parecido al disco”. Pero habrá que esperar al otoño, que hace unos cuantos veranos era casi imposible no toparse con Bebe en cualquier festival de música o verbena de pueblo que se repartiera por lo largo y ancho de la geografía española. “Qué me vas a contar, no me extraña, hasta los huevos estaríais de mí...”.


¿Mensajes ocultos?

Aunque Bebe mantiene que cada canción nace de una idea aislada, resulta tentador acudir a las letras que componen Y. para intentar descifrar qué es lo que le pasó a Bebe en estos cincos años de ausencia. Ahí van unas pistas:

“Me fui
pa echarte de menos
me fui
pa volver de nuevo
me fui
pa está sola
me fui
por eso me fui
pa echarte de menos”

“He estao durmiendo a dos metros bajo tierra
y ahora he decidío dormir sobre la tierra
he pasao tanto tiempo lamentando lo que no entendía
que ahora prefiero que me den las claras del día”

“Ahora me vuelvo pa mi casa
te digo adiós por un tiempo
que tengo ganas de sé la muchacha
a la que nadie muchas veces creyó”

“Ay cuerpo, cuerpecito mío
que caña te he metío
en estos años que llevo
de camino perdío”

“Que tengo yo en mi soledad
cientos de canciones tarareás
empezás, inacabás
apunto, apunto, apunto de estallá”

“Qué rocambolesca me parece la vida
cuando me parece que todo es mentira”


Fuente: Shangay.com

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