lunes, 6 de julio de 2009

Bebe en Mujerhoy



Bebe: “Ahora defiendo más mi territorio”
Rafa Pontes


Autor: EFE

Dice que no tiene sentido explicar qué pasó en estos cinco años de silencio. “Está todo en las canciones. No debería ni hacer entrevistas”. Y punto. Pero Bebe se sienta y responde. ¿Dócil? Para nada… Si se arranca con sus propias letras, se suelta.

Da gusto tener delante a una mujer como Bebe, capaz de expresar tanto con cada gesto. Si fuera una completa desconocida sería esa chica ni muy guapa ni muy alta que se lleva de calle a quien quiere con su mezcla de picardía y naturalidad. Pero un día sus ideas se convirtieron en canciones, sus canciones en un disco y aquel trabajo, “Pafuera telarañas”, la transformó en la chica de moda. Un horror. Tanto que ha necesitado cinco años para volver. “Bueno, realmente en el disco hay un año de trabajo, porque aunque escribo siempre y en cualquier sitio, todo empezó a tomar forma cuando me marché a Cádiz para estar concentrada. Yo no escribo canciones, sino pensamientos que luego decido convertir en temas, cuentos o nada. Se dice que cuando estás triste o atravesando un momento delicado es cuando más salen las cosas, pero creo que es relativo. Sí, brotan más ideas, pero no tienen por qué ser las mejores”.

Para preparar este nuevo disco, Bebe ha partido de bases muy claras. La primera, cerrar un trabajo que nada tenga que ver con el primero. Y la segunda, huir de las banderas y reivindicaciones que le impostaron para cantar a la felicidad, la vida y la búsqueda de la luz propia. “ No quería entrar en determinados temas. En este disco no caben lo negativo, lo chungo ni lo que sirva para recordar malas experiencias en exceso. Todo eso lo cerré con llave en una caja y la quité de mi vista. Estoy infinitamente mejor que en años anteriores”. La sobredosis de éxito casi acaba con ella, por eso puso tierra de por medio. “La Bebe de hace cinco años no tiene nada que ver con la actual, aunque la reconozca porque era yo. Pero estoy en otro punto. Vivir ciertas cosas te quita el miedo a otras y estoy curada. Queda mucho de antes, pero no está la Bebe que no entendía nada y estaba cabreada con el mundo”. Así que, tras tres años y medio de trabajo, un día cogió su furgoneta, la llenó de cosas y se pasó varios meses recorriendo países donde nadie la reconocía. Y tan contenta. “El día que me fui me salió una sonrisa que ni Epi. Ver la carretera por el espejo retrovisor… nadie imagina qué grado de felicidad”.

Atrás quedaron los peores momentos de un éxito que, posiblemente, no pudo controlar. “Me quedé dos veces en cama sin poder moverme. Y suspendí conciertos porque estaba “delicá” varias veces. Pero he ejercitado el coco procurando reírme, racionalizar y tranquilizarme. He aprendido a ser muy práctica”, dice. Y también a saber lo que no quiere. Por ejemplo, en octubre tiene pensado montar una gira por teatros, pero lo preparará con gusto y mimo. Siempre ha dicho que el anterior tour no tuvo tiempo para ensayar y se hizo todo sobre la marcha. “Me apetecen los directos recogidos, entre tranquilos y golfos. Y menos conciertos. No quiero aburrirme, ni volver a hacer las cosas mal. Teatros antes que palacios de deportes, siempre”. Y vuelta a los hoteles, aquellos que la salvaron: “La soledad de esas habitaciones me sentaba muy bien. ¡Allí, tranquila, a mi rollo!”. Pero que conste que nunca pensó en tirar la toalla totalmente. “Es imposible, porque la semilla está ahí, me la dieron mi padre y mi madre. Pase lo que pase, seguiré escribiendo y cantando. Lo que no implica que la gente tenga que demandarlo”.

De momento sí que demanda el público el regreso de Bebe. A ella le consta por las llamadas de su discográfica en estos años para que terminara un segundo disco. “Sí, llamaron unas cuantas veces. Se siente un poco de presión, pero he tenido siempre claro lo que necesitaba, debía y quería hacer. Así que construí un muro para que no me afectara demasiado y tomé distancia. No había manera de encontrarme…”.

Ahora, con “Y” listo para salir, parece que nadie en su compañía esperaba un disco así. Les ha sorprendido gratamente y le han recalcado que la espera ha merecido la pena: “No es un disco fácil, sino para hacerle la digestión, y me gusta que sea así. Me parece genial para hacer un viaje”. Ahora que su voz vuelve a ser grande, directa, intensa, asume que en el camino se quedó alguna gente a la que echó de menos en los malos momentos, “gente importante en mi vida y que la propia vida no las puso a mi vera. Creo que muchos de ellos no entendían qué pasaba, yo llamaba y no escuchaban. Pero no soy víctima de nada, sólo sufrí una situación. Dejémoslo así”. El éxito cambia a las personas. A todas, a veces más a las que están alrededor que a quien lo vive. “A mí me pasó, ver cómo cambiaba el comportamiento de los demás hacia mí, y eso te vuelve cautelosa y selectiva. Eres como un perro, cuidando tu territorio, porque hasta la gente más cercana da un giro. Eso es el principio para quedarte flipada y descolocada”. Pero no hay mal que por bien no venga, así que no se queja. Ahora dice ser quien es gracias a lo que ha aprendido, entiende más cosas. Y todo está constatado en sus nuevas canciones.

“He desarrollado un sexto, séptimo y octavo sentido para eso. Las veo venir y las huelo. Se llama instinto, y ya casi nunca me equivoco, aunque me gusta hacerlo porque es una sorpresa no tener que estar alerta”. Se ha librado de muchos fantasmas, aunque los pilares de su vida parecen no haber variado. En el fondo sigue estando a la defensiva con lo relativo a sus cosas, aunque más relajada. “Ahora defiendo más mi territorio. Antes era más permisiva, ahora ya no. Hay ciertas cosas que son sagradas”. Con la distancia, Bebe empezó a tocar otros campos donde desarrollar sus inquietudes. Y una de ellas fue volver al cine con películas como “La educación de las hadas”, de José Luis Cuerda, o “Caótica Ana”, de Julio Medem.

“El cine me dio tranquilidad, porque me ayudó a salir del fenómeno Bebe. Cuando andas de conciertos al final todo gira en torno a una, lo mismo que la responsabilidad. Pero en el cine hay otro grupo de trabajo, lo viví como un desahogo”. Está claro: Bebe no teme a los retos, ya vengan en forma de un disco alejado del que la entronó, o de película con enjundia. “Bueno, tengo mis miedos, como todo el mundo, pero también soy muy atrevida. Así que me tapo la nariz, y me tiro al agua”. Y en otros campos de la vida le ocurre igual. “Yo vivo el amor con toda su intensidad, tanto el de pareja como el amistoso. Es lo único que merece la pena”. “Soy una perra en todos los sentidos, pero no en plan chungo, sino como animal, porque soy muy hembra. Si me pisan el rabo, cuidado conmigo, [se ríe]”.

Fuente: Hoymujer.com

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