BEBE, rara avis de la música estatal, no se corta. En el abarrotado escenario de Botica Vieja se concentraron sus fans que le bailaron todas las canciones, una amalgama de rumba, reggae, rap, swing y rock que alternó la sensualidad con la mala leche de una bicha a la que le escuecen las normas y grita o ronronea, según decida.
"No pienso llorar, ya me cansé". Así inició Bebe el concierto, reafirmándose, mostrando sin ambages que lo que le hizo desaparecer tras el éxito inesperado de Pafuera telarañas es el pasado. Que ahora está feliz. Además, la letra de Con mis manos, una oda a la masturbación femenina, mostró el camino del recital. La confesión pública prosiguió con Me fui, a ritmo de un reggae acústico, que ya explicitó las bondades de una banda de acompañamiento liderada por el guitarrista Pablo Novoa. Histórico del pop estatal desde su participación en Golpes Bajos, Novoa demostró que es un instrumentista magnífico. Fue el complemento perfecto de Bebe, que demostró tablas y supo sacar partido a su escaso hilo de voz. María Nieves -su nombre real- se dio el primer respiro baladístico conSinsentido, en la que recordó farras pasadas: "Cuerpecito mío, qué caña te he metido estos años".
Hablaba Bebe del pasado. Hoy, todo parece diferente. Su cuerpo, antaño enjuto y famélico, se mostró rotundo en sus formas, fruto de su reciente maternidad. Salió con un buzo negro, su cabeza coronada con una gorra que simulaba el casco de un minero; pronto dejó paso a una única camisa que dejó al aire sus pantorrillas. Y en su mejilla izquierda lucía unas rayas rojas que provocaron el debate. ¿Bandera del Athletic o de España? La mayoría optó por la segunda.
Bebe es así, hace lo que quiere, aunque a algunos les parezca una provocación. Por eso se mostró profundamente sensual sentada en una silla o directamente revolcándose por el suelo, ropa interior al aire invitando a la gente a que se metiera mano cuando presentó Pa una isla. O cuando cantó Uh, uh, uh, uh -en el bis- y se mostró a favor de los tríos -musicales y sexuales- entre coqueteos y besos con Novoa y el bajista.
El grupo, que alternó lo acústico con lo eléctrico, sonó rotundo. Tanto cuando Bebe rapeaba en Siete horas o cuando se mecía con el swing en Escuece. La extremeña, extrema y dura, y "muy gamberra", volvió a sonar sensual en Como los olivos y se marchó feliz con el swing de Pa mi casa tras repasar ampliamente su disco Y., y rescatar varias canciones de su debut. Eso sí, obvió las más esperadas, Malo y Ella. ¿Por qué? Porque hace lo que quiere. Y punto.
Fuente:deia.com