Teatro Romano, imponente, soberbio, majestuoso, protagonista...Noche agradable en Mérida. Mucho público , sin llegar al lleno, con alguna cara conocida (y guapa). A las 11 p.m. en punto comienza la función: Un niño, inocencia, expectación, miedo, recorre el escenario...suena un estruendo de disparos, aparecen los soldados del bando vencedor y comienza la tragedia. Miguel Murillo, autor, se desvía en gran parte del Antígona de Sófocles, contextualizando el drama en la represión y la cárcel de la guerra civil española, en un recinto, el Teatro de Mérida que ha sido símbolo de cultura, de arte y de libertad. Margarita (BEBE) se enfrentará al obstinado capitán (excelente interpretación de Helio Pedregal) por la dignidad, la justicia, el sentimiento de piedad que se le niega ; y no le teme ni a la burla, ni a la cárcel...ni a la muerte. Otros creen estar en una obra teatral y consiguen vivir engañados para no ser conscientes de estar en la prisión (genial Pepe Viyuela en el papel de Prudencio, ciego director de teatro, que recuerda funciones anteriores realizadas en el mismo escenario milenario) y otros sabrán morir por sus ideales (el campesino miliciano) o resignados (el maestro). Margarita defiende su convicción (el entierro digno de su hermano) y la fuerza que todo ser humano debe (sea hombre o mujer, héroe o heroína) extraer de su conciencia, de su corazón...pero el final es trágico. Morir por ideales. La dignidad, por encima de todo. Margarita, en un epílogo póstumo aparece solemne, digna, hermosa, emotiva, en un parlamento final, para defender la nobleza de las causas justas, la esperanza de futuro gracias a los que dan su vida por la razón humanitaria, la libertad de todos, la integridad, la virtud del amor, o el sentimiento, esté o no esté escrito en edictos y leyes...De nuevo el niño recorre el escenario...¿El horror se ha de olvidar? ¿Hay que recordarlo para que no se repita? He ahí la reflexión que nos queda ( cuestión de fondo en la que se ha enzarzado alguna prensa por su debatible ( o no) oportunidad u oportunismo. Dejémoslo así.
Bebe estuvo fantástica, nos conmovió, nos puso la carne de gallina, demostró la fuerza del personaje y la sabiduría de una gran actriz como, sin duda, es. Del teatro nos fuimos admirando el trabajo de Bebe, y también pensativos,reflexivos, asimilando las palabras que Bebe/Margarita/Antígona acababa de exponer, según libreto del autor. Nuestros corazones se estremecieron. El teatro cumplió su función. Y Bebe lo realzó. Catarsis y admiración. Grandiosa Bebe. Ella cuenta que prefiere la música, pero esta faceta- la de actriz- no debería olvidarla.
Y no lo hará, claro. Los buenos directores, los sabios productores no lo permitirán. Y el público lo sabe (si es que ya no lo sabía)
Un gran aplauso para ella , y para los demás actores, directora y autor que lo hicieron posible.
Fotos: Edu y Carlos G
que bien, muchas gracias
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