El descomunal éxito de su canción 'Malo', convertida en todo un himno contra la violencia machista, le sobrepasó. Se recluyó en el cine, participando en dos filmes: 'La educación de la hadas', de José Luis Cuerda, y 'Caótica Ana', de Julio Médem, y después se esfumó. Necesitaba tomar distancia, dejar de ser el centro de atención. Por fin, cinco años más tarde, llegó la continuidad, de contundente titular: 'Y.' (2009), el disco que esta noche presenta en el Víctor Villegas. La popularidad no va con su forma de ser, libre, un tanto salvaje, así que cuando descuelgo el auricular para charlar con ella me contesta con su fuerte acento extremeño y parapetada tras una trinchera que poco a poco irá abandonando.
- Me consta que no le gustan demasiado las entrevistas, así que gracias. Y, ¿por qué?
- Porque no creo que sea necesario que tenga que estar dando explicaciones sobre mis canciones y de cosas que ya hablé.
- Pues pruebo con el cine. ¿Qué tal su faceta como actriz? ¿Le interesa, la seguirá desarrollando?
- Hombre, me interesa mucho y me encantaría seguir desarrollándola si la vida me lo permite, porque junto con la música es lo que más me gusta. Yo me vine a Madrid a estudiar arte dramático. Sí, me interesa mucho. Vuelvo a chocar con la música.
- «Soy una princesa guerrera, campera, oceánica, volcánica», canta en 'La Bicha'. ¿Realmente lo es? ¿Cuánto hay de autobiográfico en sus canciones?
- No creo que sea importante lo que haya de autobiográfico. Pero todo eso sí lo soy.
-[¡Socorro!] ¿Entiende la música como arte, como una necesidad expresiva, como un medio de diversión? ¿Cómo se enfrenta a sus canciones?
- Bueno, yo la utilizo como un medio de expresión y eso incluye todo lo demás. Así ha sido siempre, a lo largo de miles de años, un medio de expresión y de transmisión de culturas y de tradiciones.
-[Lo intento por el lado sensible] ¿Qué ha supuesto para usted ser mamá? [Bebe tuvo un bebé, vaya, recientemente]. ¿Ha cambiado mucho su manera de afrontar la música y la vida?
- No, la música, no. La vida sí que te cambia, pero para bien, para muy bien. Ahora todavía me estoy acostumbrando a esto, pero muy feliz.
-Aunque, musicalmente hablando, el de 'Y.' sí que fue un parto difícil, o por lo menos largo. ¿Tanto le costó?
- Bueno, me costó lo que tenía que costarme, pero en todo caso fue un parto sin dolor. Porque fue muy bonito todo el proceso de creación del disco, la verdad. Desde el primer momento en que yo me voy y me pongo a escribir y luego ya cuando me concentro en Cádiz con todo lo escrito y vuelvo a reescribir, a recomponer todo, a sacarle melodías... Fue largo pero fue muy bonito. Requería ese tiempo, a mí me gusta hacer las cosas a fuego lento.
-¿Llegó a tener dudas? Me explico: después de un éxito tan descomunal con 'Pafuera telarañas', las expectativas no eran menores.
- Sí, sí, claro que tienes dudas. Pero en el momento que me iba a Cádiz a preparar todo me dije a mí misma: a tomar por culo las expectativas, no quiero pensar en lo que ya ha sido. Yo no pretendía hacer otro 'Pafuera telarañas', de hecho quería que fuera todo lo contrario, que fuera una cosa que no pegara tanto y evidentemente no podía pegar tanto. Entonces lo que sí quería quitarme era ese tipo de presión, que al final viene más dada por la gente de fuera y por todo eso que por mí misma; a mí me importaba tres pepinos.
--¿Es más difícil hacer un segundo disco? En cuanto al proceso, me refiero. A trabajar con expectativas y alto presupuesto. Todos jugándose los cuartos.
- El gran presupuesto... En realidad lo que ocurre es que a lo mejor los que no tienen que meter el hocico intentan meterlo. Pero bueno, 'pa' eso estás tú, para hacer ¡grrr!, como hacen los perros en los comederos cuando sacan el diente: deja mi comida y dedícate a lo tuyo. Y a mí eso se me da bastante bien [se ríe, ha costado abrir la defensa pero me la he ganado].
- Se puso a la defensiva con el mundo tras su éxito. ¿Por qué?
- [rápida y rotunda] Por protección. Absoluta. Porque si no, tenía a la gente hasta en la sopa. Y eso no puede ser, uno tiene que tener su espacio de privacidad total. Y porque la gente, pues sin darse cuenta, invade tu intimidad. Pero además yendo por la calle, eh. Hay muchas maneras de acceder, yo cuando la gente es educada y agradable también lo soy, pero cuando la gente se salta ese tipo de cosas, pues no la acepto.
- Y se marchó por patas.
- Sí, lo que hice fue marcar un poco el territorio y ya está. Pero ahora todo está mucho más comedido, ahora ya todo tiene un equilibrio, ya ha pasado todo ese boom, yo estoy muy tranquila, cuando la gente me aborda suele ser muy amable...Y al que veo yo que no va a ser amable, antes de que se acerque ya le he dicho con la mirada que haga el favor de ir 'pa otro lao' [se vuelve a reír].
-Es curioso, porque usted rehuye la popularidad cuando hay gente que mataría por ella. No hay más que ver la TV rosa.
- Ya, bueno, el que quiera que mate, yo mato por otras cosas pero no por eso. Todo lo contrario: la popularidad te quita muchos espacios de privacidad, te quita mucha libertad. Ser una persona anónima es maravilloso.
- Cuando una canción tiene un éxito tan descomunal como 'Malo', ¿se corre el riesgo de que la canción acabe fagocitando al creador?
- No te lo planteas. Te puede devorar lo que hay alrededor pero no tu canción. Es tuya al fin y al cabo, ¿sabes? Y tú decides. Yo lo que pasa es que ahora no la suelo cantar. El otro día me la pidieron y le canté un trocito a ella, personalmente. No le tengo manía ni nada, pero no me apetece incluirla en esta gira. Ahora toca esto y cuando entienda que toca rememorar 'Malo' pues lo haré.
-De acuerdo, pero va a ser una sorpresa no muy agradable para el público.
- No creo. Y para quien lo sea pues, como esta chica, me la pide y yo cojo y le canto un cachito y ya está [ríe de nuevo, su humor ha subido diez enteros].
-He leído que de hippie no tiene nada. ¿Se siente más punkie?
- Puede ser. Ni una cosa ni otra, me da igual, yo soy lo que soy y se acabó. Pero sí, sería más punkie que hippie. Pero vamos, el punkismo se lleva por dentro, no en la manera de vestir. Como dice mi amiga la micropoetisa Ajo: 'La cresta se lleva en la lengua'.
- Sus canciones están narradas en femenino singular. ¿Cree que las entienden mejor las chicas?
- Evidentemente las chicas se pueden sentir más cerca en muchos momentos, pero los chicos, por lo que yo veo, también las entienden muy bien. Creo que lo bueno de las canciones es que cada uno pueda hacer su propia lectura. Por eso, cuando me preguntas si es autobiográfico, no creo que sea importante, porque no quiero que la gente, cuando escucha una canción mía, se ponga a pensar sobre lo que yo he vivido o he dejado de vivir. Lo importante es lo que esa canción te transmita a ti y si tú lo has vivido o lo quieres vivir. En ese sentido da igual que sea un chico o una chica.
Actúa esta noche en Murcia. Auditorio Víctor Villegas. 21.30 horas. 23 euros.
Reservas: 968 343 080
Fuente: laverdad.es