El diario EL PAIS, bajo el título "BEBE ROMPE CON SU PASADO" y "La cantante cambia de rumbo en su nuebvo disco", leemos el siguiente artículo de LINO PORTELA:
"Bebe golpea rítmicamente la mesa de la cafetería y la decena de anchas pulseras de colores que decoran sus dos manos resuenan en este peculiar estudio de grabación al noroeste de París, donde la cantante ha grabado su nuevo y sorprendente álbum. Todo un cambio de rumbo. El grito de rebeldía estética de una de las cantantes españolas de pop más influyentes de la última década. "Choco choco la la. Choco choco te te. Choco choco la te", canta, y abre sus ojos negros de par en par. El ritmo suena a cualquier canción de alguna cantante hipermoderna como M.I.A. o Feist. Pero no. "Es del [disco de música infantil] Cantajuegos", dice. "Es lo que más me ha inspirado últimamente".
"Cuanto más tiempo llevas en la música, más cojones tienes para soltar las cosas"
"Toda la energía me la ha dado mi hija. Siento rabia, pero con humor"
Más allá de los subterfugios que Bebe emplea para evitar definir su nuevo disco, lo que esta extremeña nacida (por casualidad) en Valencia hace 33 años se trae entre manos es realmente diferente. Lo ha llamado Un pokito de rokanrol y se publica el próximo 7 de febrero. Aunque conviene no dejarse engañar por la grafía callejera; la nueva Bebe respira sofisticación.
Sus fans lo podrán comprobar hoy, día en que ve la luz el primer sencillo y ella ofrece un concierto en la sala Sol de Madrid. Bebe podría haber hecho otro disco al uso, pero en este tercer trabajo ha reventado las estructuras clásicas de las canciones pop ("No lo hago adrede", dice) y va a sorprender. A saber: música de percusión electrónica -no enlatada sino hecha con instrumentos de verdad-, punk rugoso con aires de rockabilly, pulsión sexual, algo de copla, rap, verdades como puños ("¿Dónde tienes la cabeza? / ¿Entre los hombros o entre las piernas?", canta en Qué carajo), reggaeton, electromerengue...
Aunque acaso todo sea mucho más simple: Bebe ha hecho el disco que haría Lola Flores si tuviese 33 años en 2011. "Cuanto más tiempo llevas en la música, más cojones tienes para soltar las cosas tal y como te da la gana", cuenta. "Siempre intento hacer lo que quiero, al crecer lo hago cada vez más convencida. Evidentemente he hecho una cosa diferente, porque me gusta hacer cosas distintas. Es más estimulante correr riesgos. Si no, me aburro. Cuando digo que soy aprendiz no lo digo para hacerme la humilde sino porque estoy ávida por aprender cosas y sonidos nuevos. Necesito estímulos".
Los ha encontrado en este estudio analógico de París entre un caos de cables y olor a madera vieja. Se los ha puesto en bandeja el productor Renaud Letang, un geniecillo de 41 años -nacido en Teherán, vive en París y veranea en Galicia-, que es el productor de cabecera de Feist, Jane Birkin y Manu Chao, con el que grabó su disco Clandestino.
A principios de marzo, Bebe llegó a París para conocerlo. Fue un flechazo. "Ni yo lo conocía a él ni él a mí. Así evitábamos los prejuicios y nos centrábamos en la comunicación musical. Le dio al play de una canción en la que estaba trabajando y me volví loca. No le dije nada. Me mantuve serena, pero estaba convencida de trabajar con él". Durante la grabación Bebe no hizo vida parisiense. "Tenía ganas de estar aquí encerrada. Música, música y música", dice.
"Estoy convencido de que este disco va ser tan revolucionario como lo fue en su momento Clandestino, de Manu Chao", explica Renaud. "Él ha sido una de las personas importantes de este disco", cuenta Bebe. "La otra ha sido mi hija [que nació hace un año y medio]. Toda la energía me la ha dado ella. No es un disco oscuro ni violento. Tiene rabia, pero también tiene humor. No es una rabia fea. Tengo la fiera más despierta que nunca en mi vida. ¿Por qué? Pregúntaselo a cualquier mamá".
Bebe ya no tiene que dar explicaciones de por qué desapareció del mapa abrumada y hastiada del éxito instantáneo de su primer disco Pafuera telarañas, en 2004. Ni de su segunda escapada al publicar Y, cinco años después, al quedarse embarazada mientras su discográfica, EMI, se tiraba de los pelos. "Estamos en el presente. Y este disco huele a diversión, a energía, a baile".
Cuenta Bebe que, de pequeña, su padre solía llamarle La Incom, de La Incomprendida. "Es que no me entendéis...", dice que solía decir de niña. Con este disco tiene otro reto por delante. Aunque ella, fiel a su espíritu de leona, afirma: "Si por mí fuese no necesitaría que se publicase el disco. Porque lo más fuerte y emocionante, que es hacerlo, ya lo he vivido".
"Bebe golpea rítmicamente la mesa de la cafetería y la decena de anchas pulseras de colores que decoran sus dos manos resuenan en este peculiar estudio de grabación al noroeste de París, donde la cantante ha grabado su nuevo y sorprendente álbum. Todo un cambio de rumbo. El grito de rebeldía estética de una de las cantantes españolas de pop más influyentes de la última década. "Choco choco la la. Choco choco te te. Choco choco la te", canta, y abre sus ojos negros de par en par. El ritmo suena a cualquier canción de alguna cantante hipermoderna como M.I.A. o Feist. Pero no. "Es del [disco de música infantil] Cantajuegos", dice. "Es lo que más me ha inspirado últimamente".
"Cuanto más tiempo llevas en la música, más cojones tienes para soltar las cosas"
"Toda la energía me la ha dado mi hija. Siento rabia, pero con humor"
Más allá de los subterfugios que Bebe emplea para evitar definir su nuevo disco, lo que esta extremeña nacida (por casualidad) en Valencia hace 33 años se trae entre manos es realmente diferente. Lo ha llamado Un pokito de rokanrol y se publica el próximo 7 de febrero. Aunque conviene no dejarse engañar por la grafía callejera; la nueva Bebe respira sofisticación.
Sus fans lo podrán comprobar hoy, día en que ve la luz el primer sencillo y ella ofrece un concierto en la sala Sol de Madrid. Bebe podría haber hecho otro disco al uso, pero en este tercer trabajo ha reventado las estructuras clásicas de las canciones pop ("No lo hago adrede", dice) y va a sorprender. A saber: música de percusión electrónica -no enlatada sino hecha con instrumentos de verdad-, punk rugoso con aires de rockabilly, pulsión sexual, algo de copla, rap, verdades como puños ("¿Dónde tienes la cabeza? / ¿Entre los hombros o entre las piernas?", canta en Qué carajo), reggaeton, electromerengue...
Aunque acaso todo sea mucho más simple: Bebe ha hecho el disco que haría Lola Flores si tuviese 33 años en 2011. "Cuanto más tiempo llevas en la música, más cojones tienes para soltar las cosas tal y como te da la gana", cuenta. "Siempre intento hacer lo que quiero, al crecer lo hago cada vez más convencida. Evidentemente he hecho una cosa diferente, porque me gusta hacer cosas distintas. Es más estimulante correr riesgos. Si no, me aburro. Cuando digo que soy aprendiz no lo digo para hacerme la humilde sino porque estoy ávida por aprender cosas y sonidos nuevos. Necesito estímulos".
Los ha encontrado en este estudio analógico de París entre un caos de cables y olor a madera vieja. Se los ha puesto en bandeja el productor Renaud Letang, un geniecillo de 41 años -nacido en Teherán, vive en París y veranea en Galicia-, que es el productor de cabecera de Feist, Jane Birkin y Manu Chao, con el que grabó su disco Clandestino.
A principios de marzo, Bebe llegó a París para conocerlo. Fue un flechazo. "Ni yo lo conocía a él ni él a mí. Así evitábamos los prejuicios y nos centrábamos en la comunicación musical. Le dio al play de una canción en la que estaba trabajando y me volví loca. No le dije nada. Me mantuve serena, pero estaba convencida de trabajar con él". Durante la grabación Bebe no hizo vida parisiense. "Tenía ganas de estar aquí encerrada. Música, música y música", dice.
"Estoy convencido de que este disco va ser tan revolucionario como lo fue en su momento Clandestino, de Manu Chao", explica Renaud. "Él ha sido una de las personas importantes de este disco", cuenta Bebe. "La otra ha sido mi hija [que nació hace un año y medio]. Toda la energía me la ha dado ella. No es un disco oscuro ni violento. Tiene rabia, pero también tiene humor. No es una rabia fea. Tengo la fiera más despierta que nunca en mi vida. ¿Por qué? Pregúntaselo a cualquier mamá".
Bebe ya no tiene que dar explicaciones de por qué desapareció del mapa abrumada y hastiada del éxito instantáneo de su primer disco Pafuera telarañas, en 2004. Ni de su segunda escapada al publicar Y, cinco años después, al quedarse embarazada mientras su discográfica, EMI, se tiraba de los pelos. "Estamos en el presente. Y este disco huele a diversión, a energía, a baile".
Cuenta Bebe que, de pequeña, su padre solía llamarle La Incom, de La Incomprendida. "Es que no me entendéis...", dice que solía decir de niña. Con este disco tiene otro reto por delante. Aunque ella, fiel a su espíritu de leona, afirma: "Si por mí fuese no necesitaría que se publicase el disco. Porque lo más fuerte y emocionante, que es hacerlo, ya lo he vivido".
FUENTE : El PAÍS, HOY, 29 de Noviembre.
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