viernes, 11 de febrero de 2011

Cuando su humanidad llegó al éxito tranquilo

Bebe inauguró el ciclo ‘madrid presenta’ con un lleno hasta el paraíso del Teatro Madrid. Lo hizo con retraso sobre la hora prevista, a solas con su guitarra y su exquisita voz arañando los sentimientos en “Cuanto + Me Sujetas”, el mundo aplaudió a rabiar y puso el océano a sus pies.

Ya junto a toda su banda ensambló su intimismo melódico con “Busco Me”, llenándolo todo de atmósferas sonoras con un sonido rabioso, potencial y sublime donde destaca el buen hacer a la guitarra eléctrica del gallego Pablo Novoa. Ella no pierde un ápice de esplendor germinal, le pese a quien le pese en directo es aún más terrenal, aún más humana.

La trovadora comenzó su recital extrañamente algo desnuda de movimientos y refugiada en su interior. Pero las palmas de su público la despertaron del letargo cuando encandilaba “Me fui”, y al final correspondió con algunas bromas dirigidas al gallinero, “allí tan arriba casi no se os ve vuestras manitas”. Aún con todo, esta cantante singular consigue en un instante meterse a sus fans en el bolsillo con la facilidad de las grandes estrellas.

A partir de entonces se desmelenó la extremeña interpretando “Con mis manos”, empalmando al personal, no tan femenino, no tan masculino. Tanto se emocionó que entró ella solita en la canción “Siempre me quedará”, sin dar la réplica a su banda. Llena de humildad paró la cadencia en seco, reculó y con su característica simpatía reconoció su error emocional, sentido y efímero. Y al reanudar demostró la evolución de sus composiciones con una versión más reggae de toques jazzisticos.

Poco a poco arrancó las palmas y los coros definitivos entre los espectadores, el frío espiritual se hizo temple y después calor ferviente. Salió de su interior una gatita peleona y violenta, felina en “Se fue” y “La Bicha”, a la que no le importa lo que aquellos ajenos digan. Qué le importa a ella cuando te susurra los versos de “Qué mimporta”.

Se alborotó una extrema y dura gamberra de dulce cantar, y sacó a pasear su vena más reivindicativa con su tema “Ska en la Tierra”, donde se mostró inmensa de texturas vocales múltiples. Hasta llegar “Siete horas”, con la que dejó al respetable aplaudiendo en pie con un palmo de narices para hacerse un descansito.

Volvió a salir al escenario fumando un pitillo para marcarse una adaptación bolera de “A quién le importa”, el tema más emblemático y versionado de Alaska y Dinarama. Muy ‘ché’, muy tanguera, delicada versión y quizá una de las mejores que se han realizado hasta el momento, dotándola de una excelencia que no tiene ni por asomo la original.

Arribaron momentos sonoros de amor y desamor con guitarras españolas quebrando la fragilidad de sus composiciones, con una Bebe traveseando por los negros suelos donde van a caer las lágrimas melancólicas de “Nostaré” y “Revolvió”. Recuerdos escondidos y sempiterna pasión en deliciosos manjares que fueron a desembocar en aires flamencos, aromas de jazz y de bossa nova, con el gentío en pie bailando a su son y a su ritmo.

Lo volvió a conseguir. En tan solo una hora y media dinamitaba el corazón de Madrid con melodías humanas y sentidas hasta que se despidió del respetable con un “chao pescao”. ¡Hasta la próxima Bebe!

Crónica: Óliver Yuste.
Fotografía: Carmen García.
Fuente:lahuelladigital.com

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