Hace tres días regresó a los escenarios con un concierto donde los desempleados entraron gratis. Mari Nieves Rebolledo, Bebe, retoma su carrera luego de unas vacaciones y lanza “Y.”, un segundo álbum más íntimo y sin consignas feministas. ¿Por qué? Que lo diga ella.
Está constipada, un poco enferma. Más bien monosilábica. Como sea, Bebe, la chica guapa y de carácter que a algunos nos daban ganas de morder por su onda, desinhibición y susurros, es bastante escueta a la hora de hablar por teléfono. O quizá tuvo un mal día. Asegura que no se ausentó por años, sino que fue sólo uno, pese que entre disco y disco hay cinco. Palabras más o menos, lo cierto es que luego del furor, la sobreexposición le pasó la cuenta y tras su primera producción que tuvo cortes radiales como “Malo” y “Ella”, optó por desaparecer. “Pues nada. Salió el disco y hubo eso, tal sobreexposición... Además tuve exceso de trabajo por tres años y medio. Y llegó el momento en que decidí tomarme vacaciones, para tomar perspectiva, relajarme y cambiar un poco el chip”.
“Y.” llegó menos provocador, introspectivo y un poco menos oreja, aunque de la mano del mismo productor del primer disco, Carlos Jean. “La primera vez me dejé orientar mucho más, y ahora tenía más claro lo que quería”, dice para explicar el corte radical, lírico y genérico con su álbum anterior.
“Quise hacer otra cosa mariposa, cambiar profundamente. El primer disco (“Pafuera telarañas”) se logró con canciones que ya tenía hechas, algunas incluso cuatro años antes de que saliera la producción. Ahora este trabajo nace con mis viajes que tuve por ahí. Tranquila, sola. Luego volví a arreglar todo, a componer más cosas. Tenía más o menos claro lo que quería en sonido, aunque no todo sale siempre como uno lo concibe al principio, “Y.” es un viaje, una apertura, un final y entre medio muchas paradas que se hacen”.
PRECAUCIÓN
Pero si volvemos a esa ausencia, pareciera que salir definitivamente del mercado para Bebe no hubiese sido tan grave. Cuenta que de niña jamás pensó que grabaría un disco, ni se veía como una estrella. Se nutría del flamenco como arma de guerra para la vida diaria, de canciones gitanas con olor a campo. Pero el primer disco terminó con los sueños de chica normal y la transformó en portadas y ruido.
Por eso viajó, tuvo algunas ofertas cinematográficas y optó por la calma. Le gusta hacer cosas diferentes y tenía que recuperarse. Lo hizo. Bebe ha cambiado nuevamente y enfatiza varias veces, que su soporte anímico de hoy es nuevo. “Logré recuperar mi sentido del humor, transformé lo malo. Y cuando ya tomas un tiempo de descanso y tomas las cosas de otra manera, pues se coloca cada cosa en su lugar, llegué contenta”.
Dice que está bañada por el flamenco, que toda la música y lo que ve la define. De lo latino sabe de boleros y rancheras, pero no ha profundizado en el conocimiento de lo americano. Por eso quizás, el próximo año, época en la que planea dejarse caer por estos lados, le sirva para encontrar sonoridades que hoy desconoce.
Por ahora se conforma con volver de a poco a los escenarios, al rito. Hace tres días se reencontró con el aplauso que dice no extrañar en demasía. Los desempleados entraban gratis y hubo cerca de 900 personas según el diario El País. “Estuvo muy bien, tenía ganas de volver a hacer un concierto y fue muy agradable porque fue en un teatro, un recinto cerrado, con una puesta en escena muy divertida”.
-¿Cómo vas a evitar nuevamente los efectos de la sobreexposición?
-El primer disco fue como una bomba y cuando una bomba revienta ya no revienta dos veces. Entonces, por mucha exposición que haya, la gente ya te conoce. Ahora todo es mucho más tranquilo, no me da miedo. Además he tomado ciertas medidas personales y de precaución para que esas cosas no me afecten.
Fuente: lanacion.cl
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