Un teatro en las afueras. Treinta y cinco minutos de retraso. Velitas por todo el escenario y un par de butacones para despanzurrarse en el centro. Parece claro que Mari Nieves Rebolledo, alias Bebe, sigue ejerciendo de espíritu libre al que no le da la real gana atenerse a pautas establecidas. "Te echábamos de menos", le gritaron desde las primeras filas antes incluso de arrancar el recital. Y allí estaba ella, pícara y guapetona, con fular rosa y faldita breve, haciéndose querer con las 13 canciones de eseY.: un disco tórrido y personalísimo con el que ha zanjado cinco años largos sin publicar.
Durante mucho tiempo nadie tuvo la menor idea sobre qué tramaba esta mujer -indomable, impredecible- para buscarle sucesor a Pafuera telarañas, su fulminante debut de 2004. Hasta hubo quien temió que arrinconara el micrófono y se dedicara sólo al cine, que es oficio seguramente más agradecido. Por lo que hemos podido escuchar ahora, Bebe ha debido de pasarse muchas tardes escribiendo de forma casi compulsiva. No sólo porque en No + llorá hable de "cientos de canciones tarareás, pa mí na más", sino porque las publicadas constituyen una atropellada tormenta de ideas, colosal catarsis verborreica que a veces puede apabullar como una avalancha de confesiones, apareos amorosos y juegos entrelazados de palabras.
La extremeña se pasó todo el concierto maullando y ronroneando como una gatita susurrante, como una muchacha voluptuosa que acabara de levantarse de la siesta. Canta tal que si llevara meses encerrada en su habitación; pero no en plan ermitaño, intuimos, sino procurándose buena compañía. Porque estos nuevos temas son tan explícitos, tan fogosos y carnales, que los guiris no encontrarían una etiqueta de Parental advisory lo suficientemente grande para pegarla en la portada al disco. Y eso que la primera fila estaba abarrotada de padres con sus chiquillos en el regazo.
Bebe tal vez acumulara mucho pensamiento negativo desde el éxito de Malo, pero se lo ha sabido sacudir enarbolando la primera persona como recurso expresivo casi monográfico. Ni solidaridad con las mujeres maltratadas ni gaitas; esta vez sólo le ha querido sacar jugo al yo-me-mí-conmigo. Sin tapujos, con la autoestima por las nubes. Si Mari Nieves ha seguido las enseñanzas de algún terapeuta, éste hará bien en sentirse orgullosísimo con los progresos de su pupila.
Sus músicos le han guardado ausencia, Carlos Jean vuelve a producirla y al frente de la banda se incorpora Pablo Novoa, vigués experimentado que pulsa las seis cuerdas con la elegancia de un dandi. La jefa es la jefa, pero ellos también parecen pasárselo francamente bien.
El público, entregado con la excitación del reencuentro, ya había abandonado las butacas a la tercera canción y se dejó sacudir por un cada vez más singular potaje de rumba,rapeados, chispazos eléctricos, rock minimalista y mucha, mucha picardía ("Pa ti mis caderas, fiera, pa que me cojas entera"). La complicidad estaba garantizada por la presencia de muchos amigos y de personalidades como Luis Pastor (que se marcó una canción), Pedro Guerra, el actor Fernando Tejero y otros representantes de estabeautiful people de la progresía.
Por si sus textos no fueran de por sí insinuantes, Bebe se balanceó en un columpio durante La bicha e interpretó desde el suelo, revolcándose por la alfombra, la desbocadaUh, uh, uh, uh, uh, donde debe escoger entre dos hermanos y termina, claro, retozando con ambos. No se anda con rodeos este "animal en celo" (lo dice ella) que araña y deja huella, porque en su caso no es factible la indiferencia. La gatita sabe bien de sus encantos musicales y hace bien en sacarles partido. Al menos hasta que se le cruce de nuevo el cable y desaparezca otra temporada de la circulación.
Fuente: elpais.com
hola no tienen videos del concierto? gracias
ResponderEliminarDe momento no :( en cuanto lo tengamos lo subimos. Saludos.
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