El 30 de junio de 2009, Bebe publica su nuevo álbum Y. (léase “Y punto”), cuando han pasado cinco años desde la aparición de su disco de debut Pafuera Telarañas. Un lustro sin lanzar nuevas canciones, tomándose su tiempo, marcando su propio ritmo vital, siempre atenta, con los sentidos permeables. El proceso de creación de su nuevo álbum ha sido largo y meticuloso, una especie de viaje emocional mental y físico en soledad total, y cada canción del disco es un estado anímico de cada una de las paradas de este trayecto.
Producido por Carlos Jean, como el primer disco, Y. es un trabajo que sorprenderá a los que esperen una continuación de Pafuera telarañas. Bebe ha arriesgado, ha buscado con valentía lo sencillo, lo elemental para arropar sus letras, elaborando un pop casi minimalista, de corte contemporáneo, que se aventura en terrenos inéditos en la música española. Es un disco para degustar, para acercarse a una artista diferente que defiende a ultranza su mundo y su habitación pero que a veces no tiene reparos en mostrarse sin tapujos, con veracidad y sensualidad pero siempre como guardándose algo, sin desvelarlo todo. Y. es un álbum de coraje, audaz, concebido al margen de las leyes de la música actual, con un peculiar empleo del lenguaje popular (a veces con ecos del castúo extremeño) y pensado para ofrecer algo nuevo, con capacidad para generar sorpresa. Comencemos a viajar por sus canciones.
“He estao durmiendo dos metros bajo tierra y ahora he decidío dormir sobre la tierra. He pasao tanto tiempo lamentando lo que no entendía que ahora prefiero que me den las claras del día”. Así, con la voz de Bebe a palo seco comienza el álbum. Es la canción No más llorá, una declaración de principios, un relato del viaje que es el álbum: “Empieza mi viaje en la carretera, por fin camino sola en mi casita con ruedas. El tiempo será pa mí lo que yo quiera que sea. Nunca un nudo, nunca un muro, sólo lo que yo quiera”. Con las guitarras de Diego Pozo (de Los Delinqüentes), Víctor Iniesta (El bicho) y Carlos Jean, la voz flamenca de Rancapino Jr. y el cajón de Rafael García (Los Delinqüentes), No más llorá es una canción basada en las programaciones y el bajo de Carlos Jean, sostenida por las guitarras españolas y que refleja el espíritu del álbum. Un excelente tema de apertura que acaba rumbeado y que suena nuevo, diferente a cualquier otra cosa escuchada antes y que marca la nueva propuesta de Bebe, siempre defendiendo su individualidad y su mundo cuando canta “que tengo yo en mi soledad cientos de canciones tarareás, a punto de estallá [...] y algunas que nadie jamás quiero que comprendan porque son pa mí na más, pa mi corazón, pa mi pensamiento, pa mi reflexión, pa mí”.
El álbum continúa con su primer single, Me fui. “Me fui pa echarte de menos, me fui pa volver de nuevo, me fui pa estar sola, me fui porque...”. Es otro inicio desnudo, sólo con la voz deBebe a la que se añade la guitarra española de Diego Pozo, para transformarse después a sutil ritmo de reggae y abrir la letra a diferentes interpretaciones: “Porque estaba tan cerca, casi tan cerca que no puedo ver lo que tengo cerca de mis ojos, tus manos que ya no son manos y pienso en vano que un día vuelvan a darme la vida”. Con un carácter acústico, terrenal, es una canción magnífica e inspirada, con cierto aire melancólico que se enriquece con un ritmo ágil y se sostiene con una instrumentación sencilla, escueta, pero muy cuidada y efectiva. Guitarras españolas, eléctricas con sonidos vintage, percusiones leves y... la voz deBebe más expresiva que nunca, con swing, perfecta en un estribillo contundente y emocionante. “Dónde estabas cuando te llamaba, dónde estabas cuando mi voz se hacía tan pequeña que no salía y se ahogaba en una habitación o dentro de mí”, canta Bebe en una canción apasionante, abierta, lanzada desde ese lugar propio donde la artista extremeña crea su música.
Busco-me (“Un día aprenderé el porqué de algunas cosas, intento aprendé como camina mi corazón, me precipito, me lanzo al vacío. Luego me vengo abajo por miedo, pero yo sigo buscando”) comienza con ese ambiente natural que recorre el álbum para ir creciendo hasta alcanzar su máxima tensión con un excelente trabajo instrumental de Carlos Jean en las programaciones, el bajo y la guitarra eléctrica. Canción que bucea valientemente en el interior y que da paso a Sinsentido. “Ay cuerpo, cuerpecito mío, qué caña te he metío en estos años que llevo de camino perdío” canta Bebe en un tema que vuelve con la voz desnuda, con la guitarra eléctrica de Pablo Novoa dando un ambiente vintage y las acústicas de Diego Pozo y Carlos Jean marcando carácter. Sonidos secos, esenciales, terrenales, con buen manejo del ritmo y los ambientes, para terminar cantando con cierta melancolía: “Así que me voy porque, total, tomar mi propia decisión es la única libertad real que me queda”.
Después llega Escuece (“Pura desilusión, escuece, escuece. Pero mi casa se vuelve a construir aunque los tornados lo destrocen to. Sé sobrevivir y si no aprendo, pero sin amargura. Lo hago pa aprender a encontrar la felicidad más pura”), un tema de desamor que se separa del ambiente de los anteriores para adoptar cierto aire de big band de dixieland ágil, animada y callejera, con el trombón de Ove Larsson, los metales de Arturo Soriano y las guitarras de Carlos Jean, Diego Pozo y Pablo Novoa. Cuanto + me sujetas (“No sirvió para nada que llenaras mi cántaro de miel porque al llevarlo a mi boca quedó convertida en amarga hiel. Cuanto más me sujetas, más miedo tengo de caer”) es otra de las joyas íntimas del álbum, apenas sustentada por las guitarras eléctricas y las programaciones, que quizá evoque a algunos de los mejores momentos de la trova cubana pero que mantiene esa enorme personalidad como cantante y compositora de Bebe en una canción esquemática, sencilla pero de un lirismo desbordante.
Qué mimporta a mí (“Soy extrema y dura y a mí que más me da lo que de mí quieran pensá si soy capaz de conseguí escapá de este remolino de mentiras”) es una canción furiosa, sensual, fuerte, rapeada, con un ritmo vibrante, casi funk en la batería, para adquirir después una tensión más rock que se alterna con ambientes más relajados que mantienen un estupendo swing y unos magníficos arreglos en una de las canciones más complejas instrumentalmente del disco. La bicha comienza con Bebe cantando por lo bajini La niña de fuego (la zambra de Quintero, León y Quiroga que popularizó Manolo Caracol), para rapear después “no subestimes a esta bicha aunque tenga poca chica en la cintura. Anda quítame la envoltura y ya verás, ya verás... A ve tontones, que cuando quiero llevo pantalones pero más me gusta la faldita pa que me metas la manita por debajo y me arranques todo lo arrancable”. Con la Bebe más atrevida y carnal estrenándose con la guitarra y Carlos Jean a todo lo demás, tiene cierto aire brasileño en las programaciones en un tema de contenido explícitamente sexual, casi hablado, sin apenas melodía, nuevo en el repertorio de la extremeña.
Se fue (“Hay ojos que no encuentran lugares donde pararse a mirar, en cambio hay otros ojos que te quitan el vestido y se van”) tiene un ritmo original, ondulante, sensual, sencillo, de cierto aire caribeño, con un estribillo muy inspirado y Bebe cantando con más delicadeza que nunca. Un excelente ejemplo de pop minimal que da paso a Pa una isla (“Tú eres el hombre que susurra a los caballos y tu voz me hace dócil, pero el tiempo me está afinando la puntería y no te ofendas que esta leona sólo te ha enseñado un poquito el colmillo pa que no te olvides de con que tipo de animal andas jugando. Mi territorio ni tocarlo, ni mentarlo”, otra canción voluptuosa y apasionada que va caminando a ritmo casi de rock primitivo y acústico, ligera, bailable, sinuosa.
Nostaré (“Y no volveré a dejar que mis lágrimas me impidan ver tanta belleza como tengo a mi alrededor; tan tejos tan siento tan cerca y tan cerca te sentí tal lejos”) es otro ejemplo del lado más frágil de Bebe en una canción que comienza con sonidos de gotas de agua y vuelve a bucear con melancolía en la decepción amorosa con un sostén instrumental muy bien llevado por Carlos Jean, buscando lo más sencillo, lo más elemental, mimando los sonidos y despojándose de lo superfluo. Y en el último tramo del álbum, Pa mi casa (“Ahora me vuelvo pa mi casa, te digo adiós por un tiempo que tengo ganas de sé la muchacha a la que nadie muchas veces creyó”) tiene un swing mediterráneo, de fiesta popular, estupendamente cantado por Bebe, con un ritmo que casi es un pasodoble-rockabilly en uno de los temas más animados del álbum, que precede a Uh, uh, uh, uh, uh (“Uh, uh, uh, uh, uh, a mí me gustas tú, me gustas tú y tu hermano”), una sorpresa de cierre de disco con Bebe cantando sólo con el bajo de Javier Rojas en una canción desnuda, la historia de un trío que descolocará a más de uno.
Son las canciones de Y., un álbum grabado y mezclado en Cádiz y Madrid por José Luis Crespo y masterizado por Ian Cooper en Metropolis Studios de Londres. Entre los músicos que han tocado en el disco, además del productor Carlos Jean (programaciones, bajo, guitarras, Rhodes, Hammond, Mellotron), están Diego Pozo de Los Delinqüentes (guitarras), Pablo Novoa (guitarras), Víctor Iniesta “El bicho” (guitarras, coros), Javier Rojas (bajo), Guillermo Domercq y Rafael García de Los Delinqüentes (percusiones), Juni Martín (batería) y los metales de Ove Larsson y Arturo Soriano. Todos han colaborado para crear la personalísima atmósfera que envuelve las nuevas canciones de Bebe, creando un lenguaje en el que cada instrumento, cada nota tiene su razón de ser, llenando los espacios sin saturarlos y dejando a la voz volar con libertad.
Con Y., Bebe rompe un silencio de cinco años desde Pafuera telarañas, un álbum que vendió más de 500.000 ejemplares en España y fue nº1 con cinco Discos de Platino, permaneciendo más de 100 semanas en la lista de ventas. También fue Disco de Oro en cuatro países (Estados Unidos, Italia, Argentina y Colombia), ganó el Premio Ondas en 2004, un Grammy Latino en 2005 hasta que... En junio de 2006, con la popularidad en lo más alto y el éxito en el bolsillo, Bebe anunció su retirada temporal de la música e inició un largo viaje.
A su vuelta, en mayo de 2008 Bebe se fue a Cádiz a concentrarse con todas las libretas que había ido escribiendo, a seleccionar material para un álbum en el que hay melancolía pero no tristeza, reflexión y juego, sexo... Después, comenzó un trabajo intenso con el productor Carlos Jean, investigando en los sonidos para que fuesen naturales y tuviesen conexión con la tierra; para que se hiciesen presentes el viento, el mar, la noche... En otoño de 2008,Bebe se concentró en Madrid con sus músicos en el local de ensayo que se convirtió casi en su casa. Con Guille, Javi, Omar, Juni, Cata, Ferni, Paquito... Bebe conserva prácticamente el mismo equipo que dejó cuando se tomó un respiro, todos forman una piña junto a su mánager Pito, con Puri y las personas que han trabajado en el álbum como el ingeniero José Luis Crespo, y aunque Markitos Bayón no está, permanece parte de su espíritu.
Es un entorno en el que se funden la amistad, la profesión y el cariño y en el que la familia juega un papel fundamental para Bebe. Y esta extremeña criada en Zafra y en Montijo, apegada a su tierra, a su familia y su gente, se dispone a emprender una nueva aventura con un nuevo disco, nuevas canciones y nuevas perspectivas. Contenta, considerándose afortunada y de nuevo junto a su equipo, Bebe afronta esta nueva etapa de su carrera con la ilusión repleta. Y punto.
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